La cocaína en Colombia
Nos han mentido o, quizás, no hemos sabido interpretar los datos que cada año publica la UNODC. Me he tomado el tiempo de analizar los reportes anuales realizados por esta oficina, producidos con información suministrada por los gobiernos de turno de Colombia y corroborada por analistas de la UNODC mediante el uso de complejas formulas de estimación y proyección.
Imagen editada: elaboración original por Celia Hernando | Fuente: World Drug Report, UNODC 2023 |
Desde 2002, esta oficina ha publicado religiosamente los resultados informados por Colombia y "verificados" por esta entidad austriaca. Según los últimos datos publicados, el área neta con cultivos de hoja de coca en Colombia se encuentra en máximos históricos, con 253.000 hectáreas para 2023. Sin lugar a dudas, es un dato preocupante que deja en muy mal lugar la eficiencia del actual gobierno de Colombia, dirigido por el presidente Gustavo Petro.
Fuente: Elaboración propia, datos recuperados de la UNODC |
No obstante, en estas mismas publicaciones hay una serie de datos que captaron poderosamente mi atención. El primero es aquel relacionado con la erradicación de cultivos de hoja de coca, ya sea realizada de manera manual forzosa o voluntaria, o en su momento con el cuestionado método de aspersión aérea con glifosato. Pero, ¿por qué esta información despertó mi curiosidad? Hubo periodos en la historia de Colombia en los que la cantidad de cultivos erradicados fue superior al área cultivada reportada al final del año anterior.
Fuente: Elaboración propia, datos recuperados de la UNODC |
Entonces, cualquier persona estudiada en números podría deducir que en 2004 se sembraron 130.800 hectáreas de hoja de coca ("matemáticas básicas"). Este dato de resiembra, si bien no en las mismas proporciones, se repite durante once años consecutivos y me llevó a cuestionarme cuántas hectáreas de coca podría sembrar una familia campesina en Colombia al año. Resulta que, hasta la fecha y después de décadas luchando contra las drogas, no existe ningún dato, reporte o informe relacionado con la cantidad de hectáreas de mata de coca que siembran anualmente estas familias. El segundo dato llamativo es que, después de décadas de ser el mayor país productor de cocaína, no se sabe cuánta hoja de coca puede llegar a sembrar una familia en un año.
Sin saber cuántas hectáreas de coca puede sembrar una familia, es muy complejo establecer si la información suministrada corresponde con la realidad del país o es información alterada y presentada a la UNODC.
De esta manera, realicé una breve pero sustanciosa investigación. Resulta que el cultivo de hoja de coca tiene dos características agronómicas principales. La primera relacionada con el ciclo de vida como cultivo perenne, confirmado por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos en 1991, que indica que la planta de coca tarda entre seis meses y un año en producir hojas que puedan ser cosechadas por primera vez, y que después de la primera cosecha, el arbusto puede continuar produciendo hojas hasta por veinte años. La segunda característica se relaciona directamente con la cosecha de las hojas, que son el producto de interés, lo que implica técnicas de manejo y cosecha específicas.
Partí de la premisa de encontrar un cultivo lícito, que de alguna manera, me pudiera dar un horizonte bajo la proposición planteada. Así encontré la Camellia sinensis, más conocida como "té", un arbusto que puede ser productivo durante décadas y cuya cosecha se basa en la recolección repetitiva de sus hojas y brotes a los largo del año calendario. En las mejores condiciones de terreno y con maquinaria moderna, se estima que una unidad familiar podría sembrar y manejar entre cinco y diez hectáreas de té al año, dependiendo de la cantidad de personas que componen el núcleo familiar.
Sin embargo, este no es el caso de las complejas, inaccesibles e irregulares montañas colombianas. Teniendo esto en mente, y según los cálculos extraídos de la Inteligencia Artificial -a los que añadí los estudios del doctor en biociencias Vasyl Cherlinka sobre el cultivo de té-, se estima que en condiciones de agricultura familiar tradicional y topografía montañosa, la superficie de siembra y manejo del cultivo de té se reduce drásticamente, a un máximo de una hectárea por familia al año.
Sumado a esto, la complejidad que añade la ilegalidad de un cultivo de hoja de coca sugiere que, seguramente en Colombia, un núcleo familiar pequeño, una familia campesina dedicada a este cultivo, podría sembrar y manejar anualmente menos de una, aproximadamente. Me gustaría algún día corroborar este dato con un agrónomo y un campesino colombiano que haya cultivado esta planta.
Siguiendo el ejemplo, y asumiendo que en optimas condiciones un núcleo familiar pueda sembrar y manejar una hectárea de este cultivo, en 2004, como mínimo, unas 210.000 familias campesinas colombianas estarían involucradas en la siembra de hoja de coca. Esto suma las hectáreas reportadas y las erradicadas, que en algún momento fueron sembradas; estos cultivos no aparecieron de manera espontánea. Esto corrobora parcialmente, la publicación de Portafolio del 13 de mayo de 2020, donde se aseguraba que la siembra de coca era el principal sustento económico de al menos 230.000 familias campesinas. Según mis datos para ese año, sin erradicar, había sembradas al menos 270.000 hectáreas; seguramente el estudio se quedó corto o algunas familias sí que pueden manejar un poco más de una hectárea de este cultivo.
Volviendo al tema, tampoco sabemos si, al ser cultivos de ciclo perenne, alcanzaron su periodo de crecimiento mínimo de seis meses para su primera cosecha, lo que derrumbaría el indicador de "Producción potencial de clorhidrato de cocaína" reportado anualmente a la UNODC.
Elaboración propia, datos recuperados de la UNODC |
Elaboración propia, datos recuperados de la UNODC |
Elaboración propia, datos recuperados de la UNODC |
Con esto en mente, existe la posibilidad de que durante la época de mayor siembra, y por consiguiente, de mayor potencial de producción de clorhidrato de cocaína en el país, también fuese la época en donde las incautaciones de cocaína se mantuvieron más estables y estancadas de lo que lo habían estado en la historia de Colombia. Lo que si es seguro, es que Petro no tenia razón: la erradicación forzosa si surtió efecto en la cantidad total "real" de cultivos de hoja de coca en el país (al menos durante el segundo mandato de Uribe), aunque, al mismo tiempo, Petro tiene razón al decir que durante su mandato se han incautado las mayores cantidades de cocaína en la historia de Colombia.
Lo que también es seguro es que la lucha contra las drogas, al menos en mi opinión, no depende únicamente de los esfuerzos que realice Colombia. Entonces, si nos han engañado con el potencial de producción de clorhidrato de cocaína o no, si nos han engañado con la cantidad de hectáreas de cultivos de hoja de coca o no, realmente no sirve de nada si los niveles de consumo en el mundo siguen subiendo año tras año. Si mañana nadie quisiera comprar libros, el negocio de los libros acabaría por completo, si nadie quisiera drogarse con cocaína...
A continuación, el último dato que no te muestran en ningún noticiero o periódico, ni de izquierda ni de derecha: el número de consumidores de cocaína a lo largo de los últimos años, que encasillan como "mejores estimaciones", ya que en el reporte indican claramente que estos números pueden ser mayores a las estimadas. Aunque lo cultivos disminuyeron durante los últimos años del mandato de Uribe, el consumo global no decreció, al contrario aumento, y solo es posible que aumentara si había suficiente oferta de esta sustancia en el mundo.
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Fuente: Global report on Cocaine 2023 – Local dynamics, global challenges |
Otra información relevante:
Elaboración propia, datos recuperados de la UNODC |
Elaboración propia, datos recuperados de la UNODC |
Les invito a confrontar las cifras por ustedes mismos. Los datos oficiales de la UNODC están a un clic de distancia. La interpretación y conclusión de esta columna de opinión es mía, pero la evidencia es pública.
Atribución de autoría:
Edinson Fabian Vargas Angarita
Columna de Opinión - El Pensador
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